El tema del artículo de hoy está relacionado con el desarrollo de la actividad comercial del afinador de pianos. Esta actividad implica de algún modo la puesta en marcha de un emprendimiento propio, de carácter empresarial, más bien pequeño o mediano, pero que sin duda se contrapone con cualquier tipo de actividad que implique ser asalariado o empleado.
Nosotros consideramos que existen principalmente dos paradigmas o modelos de pensamiento distintos en relación a la actividad comercial de la afinación. Por un lado, se encuentra el paradigma de pensamiento del asalariado, y por el otro el paradigma de pensamiento del emprendedor.
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El paradigma del Asalariado
El primer paradigma, el del asalariado, resulta mucho más familiar y cómodo puesto que es el paradigma cultural dominante. Ya sea desde la escuela o desde nuestro propio hogar, todos estamos formados en él; docentes y padres, personas con un alto grado de influencia en nuestras vidas, vivieron toda su vida y aún lo hacen dentro de este paradigma. Por esta razón, nos lo han transmitido fácilmente a nosotros y es así mismo muy probable que nos cueste desprendernos de él y comenzar a pensar desde el paradigma del emprendedor (un modelo de pensamiento sumamente necesario y eficaz para el desarrollo de la actividad comercial del afinador de pianos). El conflicto justamente surge cuando una persona quiere progresar en su vida y se da cuenta que el paradigma del asalariado es insuficiente porque tiene sus graves limitaciones, y a veces la única salida es realizar un emprendimiento propio.
Si usted desea aprender a afinar pianos en la Escuela de Tecnología Pianística de Buenos Aires o ya lo está haciendo actualmente para tener su piano bien afinado todo el tiempo, también puede comenzar a pensar en determinado momento de su formación en las interesantes posibilidades económicas que le puede proveer el desarrollo comercial de esta actividad, es decir decidirse a comenzar un emprendimiento de afinación y reparación de pianos en la comunidad donde usted vive.
La importancia de la explicación comparada de ambos paradigmas radica en que la mayoría de las personas que fracasan en sus emprendimientos es porque los llevan a cabo pensando como asalariados y no como emprendedores. Usualmente los primeros emprendimientos, en especial de aquellas personas que vienen del mundo del asalariado, suelen fracasar puesto que quienes los desarrollan no han abandonado el modelo de pensamiento del asalariado. Este modo de obrar en general lleva al fracaso, pero no por el negocio mismo, porque no son los negocios los que no funcionan (cualquier negocio funciona si se hace adecuadamente en mayor o menor medida). Cualquier negocio funcionará si se está parado en el modelo de pensamiento adecuado que es el del emprendedor porque es el que brinda mayores posibilidades de ser eficientes, efectivos y exitosos.
La importancia de la explicación comparada de ambos paradigmas radica en que la mayoría de las personas que fracasan en sus emprendimientos es porque los llevan a cabo pensando como asalariados y no como emprendedores.
La meta de este artículo es dar a conocer las características de pensamiento que debe aprender y profundizar para que sus emprendimientos tengan mayores posibilidades de ser efectivos.
Ahora bien, un punto que nunca debe dejar de tenerse en cuenta es que el mayor problema para sumarse al paradigma del empresario es que toda la cultura, desde los educadores hasta los padres y también los medios de comunicación, viven mayormente bajo el paradigma del asalariado. Y por ello suelen ver de mala manera a cualquier emprendedor tildándolo de estafador y de ser alguien que posee dinero por sacárselo a otras personas.
Es sobre todas estas ideas culturalmente tan “naturales” que debe trabajar la persona que realmente esté interesada en profundizar en el mundo del emprendedor y desee tener un emprendimiento exitoso. Como mencionamos anteriormente, cada uno de los paradigmas o modelos de pensamiento tienen sus características propias que analizaremos a continuación de manera comparada. [Debe tenerse en cuenta sin embargo, que todo lo que explicamos de aquí en adelante son generalizaciones que dejan honrosos casos particulares de lado, pero que para los fines de nuestro artículo es inevitable que así suceda.]
Tiempos de trabajo del Asalariado
Con respecto a los tiempos de trabajo podemos decir que el asalariado trabaja siempre dentro de un horario fijo (por ejemplo, de 8 a 17 o de 8 a 14) y su mundo de trabajo está contenido en ese tiempo; es decir para él trabajo siempre significa, en cuanto al tiempo, una limitación horaria. Es por eso que los asalariados son tan radicales con respecto a su entrada y salida del trabajo. Por ejemplo: si trabaja de 8 a 17 es raro verlo ingresar 7:45 porque ese no es su horario de trabajo; así como también es muy raro verlos que se queden después de hora y si lo hacen es con mucho disgusto. En cambio, en el emprendedor no está presente esa manía obsesiva por contener el esfuerzo dentro de un horario. El emprendedor sabe que debe trabajar sin horario porque a veces debe trabajar muchas más horas que un asalariado pero otras tantas no. Él suele ser más dueño de su tiempo pues puede arreglar sus propios horarios laborales, cosa que no sucede con el asalariado a quien siempre le dicen en que horario debe trabajar. Y es por lo tanto un preso de ese sistema y esclavo de ese tiempo de trabajo. Un emprendedor puede, por ejemplo, trabajar mucho hoy y mañana para pasado mañana tomarse el día libre, cosa que no es concebible en el mundo del empleado.
En síntesis, en relación al horario, el emprendedor tiene que estar dispuesto a esforzarse en su actividad sin estar pendiente de contener el esfuerzo que hace dentro de un horario fijo.
Mayormente, es bien sabido que casi todo asalariado trabaja por un sueldo, es decir trabaja por el dinero que le pagan. Si bien es cierto que todos trabajamos para ganar dinero en parte, en el empleado ese es casi el motivo principal de su trabajo. Con esto queremos decir que para el asalariado el trabajo no es visto como un modo de canalizar las aptitudes personales dentro del mundo, o dicho de otra manera, casi ningún asalariado le da un sentido a su trabajo que no sea el dinero a cobrar.
Al igual que el empleado también el emprendedor tiene al dinero como uno de sus mayores incentivos para trabajar. Pero a diferencia del anterior, el sentido de su trabajo es alcanzar el sueño por el cual construyó su empresa, aquella visión que quiere lograr mediante su esfuerzo y, que de manera secundaria pero no menos importante, trae consigo una ganancia monetaria. “El sueño de la vida, la visión, el sentido de la vida o el para qué estoy en el mundo” se realiza en gran parte, dentro el paradigma del emprendedor, a través de su trabajo y eso es lo que busca con su emprendimiento. En otras palabras, el emprendedor ve al trabajo como el medio más adecuado para alcanzar aquellas cosas que quiere en su vida.
La escisión entre el mundo de la vida y el mundo del trabajo
Este último punto nos permite observar que dentro del paradigma del asalariado el mundo de la vida y el mundo del trabajo se encuentran escindidos, separados de modo tal que hay una ruptura entre ambos. Esto puede percibirse en el discurso de la mayoría de los empleados quienes sostienen que trabajar se contrapone a vivir. Por eso para él la verdadera vida, el verdadero disfrute se da por fuera del trabajo ya que éste es sacrificio, obligación, algo tedioso y algo que hay que hacer necesariamente para llevar dinero a casa pero que nada tiene que ver con la vida personal. Esta ruptura entre vida y trabajo marca de una manera muy profunda la vida de todo empleado y suele ser la causa de mucho sufrimiento. Muy por el contrario, en el paradigma del emprendedor la vida y el trabajo se hallan íntimamente unidos porque, como dijimos anteriormente, el trabajo es el modo de canalizar las aptitudes potenciales y dormidas que tienen las personas. Y es a través del trabajo donde esas aptitudes se plasman en el mundo en forma de una obra, de un proyecto conectándose así íntimamente con los intereses y deseos de la propia vida.
Como cuarta característica y por existir esa ruptura entre el mundo de la vida y del trabajo es que el trabajo del asalariado presenta dos características fácilmente detectables: es completamente desapasionado y desinteresado. Por lo general el asalariado es como un robot, un alguien mecánico que sigue instrucciones y que como una máquina no pone pasión en lo que realiza. Creemos que esto se debe a que su trabajo está desconectado de la vida de la persona y de sus intereses más profundos, y por eso toda actividad que realice dentro del horario laboral es un castigo, una carga que no genera ningún tipo de entusiasmo. En cambio, para un emprendedor, su misma actividad es parte esencial de sus intereses vitales más profundos y, por lo tanto, gran parte de su entusiasmo y de su vitalidad están puestas en su trabajo cotidiano. Si comparamos el perfil del emprendedor con el del asalariado podemos ver que, por lo general, el primero está lleno de energía, motivado y contento mientras que el segundo suele estar siempre cabizbajo, caído, necesita a alguien que le diga todo el tiempo qué es lo que tiene que hacer y si nadie se lo dice no lo hace.
Habiendo dicho anteriormente que para el empleado el trabajo no tiene sentido pues no tiene nada que ver con su vida ni con sus intereses personales, el trabajo se vuelve para él un castigo, casi el infierno en la tierra. Consideramos que esto ocurre porque el empleado trabaja no en pos de un sueño propio, como sucede con los emprendedores, sino para la visión o el sueño de otro. Ese otro no es nada más ni nada menos que un emprendedor, un empresario, que fundó la empresa donde el asalariado trabaja.
Principales consecuencias del paradigma del asalariado
Una de las principales consecuencias que tiene el trabajar para otro desde el paradigma del asalariado es que se genera en él una gran dependencia económica y laboral. La actitud emocional típica del asalariado es el miedo, el pavor a quedarse sin dinero y sin trabajo. Esto se da pues el tener dinero y trabajo depende, para ellos, de que otro se los brinde. Como siempre depende de un otro que le dé trabajo y dinero a cambio de dicho trabajo, el asalariado permanece constantemente en una posición de absoluta debilidad, inestabilidad e incertidumbre cotidiana. Todos estos sentimientos no suelen estar presentes en el espíritu de los emprendedores porque su propia actividad los lleva a una independencia económica y laboral. Un emprendedor puede tener más o menos pero nunca se queda sin trabajo; sin embargo en el mundo del asalariado se puede pasar de cien a cero en un segundo: “Hoy tengo trabajo, mañana me despiden y no tengo ningún trabajo y cero ingresos”. Pero por ejemplo si uno tiene su propio emprendimiento como afinador de pianos podrá tener más o menos clientes; un mes afinar diez pianos, el otro veinte y el otro cinco, pero nunca se va a quedar sin trabajo. Un emprendedor nunca llega a cero y es por esto que no tiene dependencia económica y laboral tan marcada como un empleado.
Son los sentimientos de inestabilidad e incertidumbre, de temor y desinterés que presentan los asalariados lo que los lleva a tener una muy precaria o escasa actividad creativa en su labor y poco pensamiento crítico en relación con éste. Las empresas, las reuniones de empleados o de sindicatos, por ejemplo, suelen ser el mejor lugar donde percibir un mundo donde no se luce el pensamiento crítico ni creativo.
El modo de vida típico del asalariado que describimos anteriormente, su manera de pensar el trabajo, le lleva a todo tipo de consecuencias que vive cotidianamente, entre ellas: es completamente infeliz, vive sumido bajo muchísimo estrés, tiene un tedio existencial muy grande, vive en el vacío porque nada de lo que hace tiene sentido, vive en una angustia constante, en el miedo de la dependencia económica y laboral y la depresión suele ser una de las características psicológicas de su personalidad. Todo esto puede llegar a transformarse en graves enfermedades corporales, psicológicas o espirituales. La mayoría de las personas que viven dentro de este paradigma la pasan mal, son infelices y suelen hasta enfermarse justamente porque viven con miedo, están esperando siempre que otro les de trabajo y tienen una gran dependencia con respecto a lo que los demás tienen que hacer por ellos. Contrariamente, en el mundo del emprendedor uno encuentra: mayor plenitud, más salud y felicidad, integración, amor y mucha más alegría.
Un emprendimiento propio
A modo de conclusión nos parece importante destacar que cuando a una persona se le presenta la posibilidad de realizar un emprendimiento, como puede ser por ejemplo aprender a afinar pianos, se les presenta con ello una posibilidad de mejorar su vida, de adquirir la salud y felicidad propias del mundo del empresario.
Es sabido que en el mundo existe una gran cantidad de emprendimientos para realizar; dentro del mundo de la música ya sea para los pianistas o cualquier instrumentista como para personas que simplemente gusten de tocar el piano, la afinación de pianos es un emprendimiento que puede colocar de lleno dentro del paradigma del emprendedor. Por supuesto ello requerirá esfuerzo, estudio e inversión en la capacitación necesaria, pero nada que valga la pena es gratis en la vida.
Es sumamente comprensible que un cambio en el modo de concebir el trabajo, un cambio de paradigma de este estilo, genere mucho temor e incertidumbre, al igual que todo emprendimiento valioso. Pero consideramos que ningún esfuerzo se compara con las graves consecuencias que conlleva el vivir dentro del paradigma del asalariado. Sin duda no es un buen negocio el permanecer en ese modelo de vida.
Justamente como sabemos que el decidir convertirse en emprendedor puede acarrear consigo mucho miedo, una propuesta totalmente válida es mantener el trabajo asalariado y realizar un emprendimiento durante el tiempo libre, sea como afinador de pianos o cualquier otra actividad que tenga en mente. Otra opción es mantener el trabajo asalariado hasta que su emprendimiento le brinde los ingresos suficientes como para dejarlo y obtener, de esta manera, los beneficios de los dos sistemas. Es importante dejar en claro que no necesariamente debe optarse por un paradigma u otro sino que se puede estar parado entre ambos. La única opción que no le brindará ningún beneficio, sino todo lo contrario, es el quedarse congelado en el paradigma dominante, el paradigma del asalariado, porque ya hemos considerado extensamente cuales son todos los malestares que conlleva para la propia vida.